Perder es también ganar

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«Perder es ganar un poco«, dijo el renombrado ex técnico de la selección Colombia, Francisco Maturana.

La frase inicial podría tener la connotación de conformismo frente a algo que no salió bien.  Sin embargo, cuando pensamos en la derrota como oportunidades y no como fracasos definitivos, entonces lo que consideramos perdida, será el eslabón que nos catapulte para alcanzar lo inalcanzable.

El año 2020 ha llegado a su último mes, un año que marca la historia del presente siglo. Cuando inició, hubo la expectativa de que este, sería el año de la visión perfecta. Se auguraba un año de oportunidades y grandes avances en todas las esferas. Pero, nadie, absolutamente nadie, logró dimensionar jamás, lo que en realidad sería el 2020. Un año diferente, marcado por la aparición de un virus que trajo consigo una pandemia que a su vez empezó a ocasionar perdidas y solo perdidas.

El 2020 empezaría a ser noticia, por todas las vidas humanas que lamentablemente se empezaron a perder, ocasionadas por el covid-19. Esto no es tan fácil plasmarlo, pero muchos, a la fecha en la que estoy escribiendo esta columna, han llorado a sus seres queridos. El dolor ha inundado a miles de familias alrededor del mundo, son pérdidas irreparables, dolores en el corazón del ser humano que tardan en sanar, vacíos insuperables. Cuando se pierden vidas, el dolor se agudiza porque la profundidad de las heridas hace que sanar, sea casi una ilusión.

¿Qué sucede cuando experimentamos la pérdida de un empleo? A muchas familias les tocó afrontar esta dura realidad. Hogares que gozaban de estabilidad, tuvieron que buscar la manera de reinventarse para seguir supliendo sus necesidades básicas. A veces, perder algo a lo que estamos aferrado, es necesario, quizás porque nos acostumbramos a nuestra zona de confort, y necesitamos ciertas tormentas que nos hagan despertar y ver que hay otros caminos para emprender, otros vuelos para tomar. Quizás sean los caminos que nos permitirán construir puentes, o los vuelos que nos lleven a la más elevada de las alturas. Sean caminos, o sean vuelos, el triunfo estará disponible para el que entiende las oportunidades que vienen cuando perdemos.

Nos aferramos a relaciones, y quizás este año tuvimos que enfrentar la perdida, no de vidas humanas, si no de relaciones. El confinamiento nos distanció de las personas que amamos, algunas relaciones se fortalecieron, otras se fragmentaron. Sea cual sea el motivo, perder relaciones interpersonales, es algo para lo que no siempre nos preparamos. Y no nos preparamos porque como lo dije anteriormente, nos encanta aferrarnos a todo, y cuando ese todo no está, la frustración parece ganar.

Cualquiera que haya sido la pérdida que experimentamos este año, debemos saber que, nosotros los seres humanos, somos resilientes. Hay, en cada uno, una fuerza que nos da la oportunidad de levantarnos de la más dura de las derrotas, cuando pensamos que lo perdimos todo; detente, apenas empiezas a construir para seguir ganando. Tus llamadas pérdidas son los caminos para construir, es el horizonte que se vislumbra para volar y alcanzar lo que sueñas.

Ganar no siempre es sinónimo de victoria, muchas veces lo que consideramos triunfo es la antesala para la más dura de las derrotas (como las que experimentó la selección Colombia después del casi triunfo ante Chile, sufrió dos duras goleadas que tienen por fuera a su entrenador).

Perder, por el contrario, es el sentimiento más duro de fracaso que podemos experimentar, pero es necesario perder, porque después de esto, ganar no será un sueño, sino una realidad.


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