Pedir perdón y cambiar es la clave

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Aunque muchas veces cuando somos conscientes del error que se ha cometido, pedir perdón cuesta, nos volvemos vulnerables cuando lo hacemos.

Recientemente, en Colombia han ocurrido algunos hechos que siguen empañando nuestra historia. Parece que el conflicto pre y pos independencia es una lucha a no acabar, y parte de este conflicto, si no es todo, es la lucha constante entre los opresores y los oprimidos.

Todo esto ha generado una crisis de identidad, dependencia y libertad, como bien lo expone el famoso filósofo Leopoldo Zea en su texto titulado: Bolívar, integración en la libertad.

A pesar de estas realidades que históricamente nos han afectado, y que siguen siendo hoy el punto de quiebre que ningún gobierno ha logrado erradicar, en esta oportunidad, el o los protagonistas no son el terrorismo ocasionado por grupos al margen de la ley, sino la fuerza pública, aquella que tiene deberes constitucionales de salvaguardar la integridad física de la población.

Sin embargo, hoy ha representado sinónimo de miedo y desconfianza debido a los casos recientes de exceso de fuerza en los que miembros de la población civil han perdido la vida.

Todos estamos propensos a errar, eso está claro. Pero, cuando se convierte en una constante, entonces algo está pasando y es lo que genera preocupación al pensar que las instituciones del país, se encuentran sumergidas en una profunda crisis. ¿Quién debe responder frente a los casos recientes de abuso policial?

La corte constitucional se pronunció y emitió un fallo sobre el manejo de las protestas en el país y en el que ordena que se protejan los derechos de los ciudadanos a manifestarse pacíficamente.

La corte dice que el accionar de la fuerza pública ha sido «sistemática, violenta, arbitraria y desproporcionada». A demás, dentro de esta sentencia que contiene 170 páginas, se emiten 14 órdenes de estricto cumplimiento y se le exige al Ministro de la Defensa, Carlos Holmes Trujillo disculparse «por los excesos registrados desde la movilización del 21 de noviembre de 2019».

Este fallo, como era de esperarse, fue objetado por el gobierno nacional, quien solicitó la revisión del fallo, era de esperarse que por parte del gobierno no habría un acato inmediato ante el pedido de la corte, porque en este caso, la situación no era a su favor, que paradójico, cuando el preámbulo de nuestra constitución dice que Colombia en un Estado social de Derecho, es lamentable pensar que algo que debería ser una realidad, llegue a ser una utopía. Se generó una división política debido a este asunto, el debate que ha surgido mostró posturas a favor y en contra del fallo de la corte constitucional.

Ante el desacato por parte del ministerio de la Defensa encabezado por el Dr. Holmes, este fue citado por parte de la Cámara de Representantes para un debate de moción de censura debido al incumplimiento por parte del funcionario.

¿Por qué el ministro debe disculparse? ¿Por qué no lo había hecho? Y, ¿Qué implicaciones tiene hacerlo?

El ministro, quien representa al gobierno como jefe principal de la fuerza pública, debe pedir perdón porque se han equivocado, los hechos recientes no son situaciones de ahora, nos muestra la corrupción que viene minando desde hace tiempo.

El gobierno nacional no ha cumplido el mandato constitucional que exige velar por la protección de los derechos de la población civil. Este y todos los gobiernos han sido opresores frente a todos lo que se levantan a luchar por el cumplimiento de sus libertades. La ilustración Kantiana que ha llevado a salida de la minoría de edad de muchos, ha sido una amenaza para este y todos los gobiernos anteriores.

El ministro no pide perdón porque hacerlo implica reconocer que se han equivocado. ¿A quién le gusta pedir perdón? Aun muchas veces cuando somos conscientes del error que se ha cometido, pedir perdón cuesta, nos volvemos vulnerables cuando lo hacemos. Pero, esto abre una posibilidad para que a partir de, se hagan los replanteamientos necesarios con el objetivo de hacer de esta sociedad un mejor lugar para todos.

Un liderazgo que se rehúsa reconocer sus errores, es un liderazgo que merece ser destronado. No necesitamos de más príncipes Maquiavélicos, con los que hemos tenido, basta y sobra.

El fallido proceso de paz de Juan Manuel Santos con la guerrilla de las FARC, nos mostró que nunca hubo ni habrá por parte de este grupo terrorista, un profundo arrepentimiento y una reparación a las víctimas. Antes bien, se les otorgó el honorable congreso de la República como premio.

Pedir perdón, nunca dejemos de hacerlo, pedir perdón y cambiar es la clave.


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