“La Generación Covid”

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¿Cuál será el resultado emocional y de salud mental de los niños colombianos después de haber soportado la cuarentena más larga del mundo…? ¿Cómo se reflejará más tarde en su adolescencia y luego en su adultez…? ¿Qué conductas desarrollarán en consecuencia, cuando formen sus familias o compartan con sus amigos de universidad o de trabajo…? ¿Cómo habrá influido esta nueva relación con sus padres (también sometidos a confinamiento) que, además de sus ejemplos, se vieron obligados a ser sus profesores y psicólogos…?

Como comunidad debemos preocuparnos. Son la nueva generación, forman parte de nuestra sociedad y se convertirán en nuestro nuevo país

Los niños de Colombia han sido sometidos, en contra de su voluntad y con la supuesta intención de proteger sus vidas y la de los suyos, a un trauma insospechado y muy largo. Casi que, como en sus peores películas y pesadillas, han tenido que enfrentar, desde su visión de mundo que apenas comienza, una lucha frontal y desigual contra un enemigo mortal e invisible al que ni siquiera los adultos, sus ídolos, han podido vencer.

Abruptamente fueron sacados de sus colegios (a donde eran llevados por sus padres o abuelos, disfrutaban la compañía de sus amigos, compartían el recreo, aprendían algo nuevo cada día, se alimentaban, jugaban, se entretenían, razonaban, se “enamoraban”, etc.) y llevados a sus propias casas en un confinamiento total e inesperado cuyo término de duración fue siempre incierto, hasta que culminó a los casi 6 meses. Podríamos decir que, por orden del gobierno, fueron sometidos a “casa por cárcel”, término de moda por estos días.

Ya estando en el interior de sus residencias estos niños fueron sometidos a todo tipo de dificultades en medio de una irregular “jornada escolar” (los que pudieron tener padres dispuestos, conectividad con la internet y computadores disponibles) interrumpida por las discusiones de los mayores, los ruidos de las reparaciones, la música de sus vecinos, los gritos de los vendedores, las serenatas de los grupos venezolanos. Además, les fue prohibido que salieran a las áreas comunes o a las piscinas de sus edificios. No podían ver a otros niños o amiguitos y ni siquiera a sus abuelitos. Pues ellos, los niños, eran, supuestamente, los principales portadores del virus. Los más peligrosos en la cadena de contagio.

El temor, el miedo, el pánico y hasta la depresión, la soledad, el aburrimiento, la frustración, la incertidumbre sobre el futuro de ellos, de su familia y del mundo, son apenas algunos de los sentimientos negativos que habrán experimentado durante esa cada vez más interminable cuarentena.

Y todavía les queda un camino por recorrer y experimentar mientras deciden, el gobierno y sus padres, que vuelvan presencialmente a sus colegios.

Es posible que, a partir de ahora, los psicólogos, para sus objetivos y tratamientos terapéuticos, tengan que crear una nueva clasificación para estos niños colombianos. Así como existen la generación X, Y o Z deberán idear una especie de categoría que se denomine, por ejemplo, “La Generación Covid-19”.

Los adultos mayores tuvieron que imponer sus exigencias y el reconocimiento de sus derechos apelando a una tutela contra el gobierno, los niños ni siquiera tuvieron eso, ni de sus padres ni del ICBF a pesar de existir un “Código de la Infancia y la Adolescencia” que desarrolla el imperativo artículo 44 de la CN: “…La familia, la sociedad y el Estado tienen la obligación de asistir y proteger al niño para garantizar su desarrollo armónico e integral y el ejercicio pleno de sus derechos… Los derechos de los niños prevalecen sobre los derechos de los demás…”

@vherreram


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